ROMINA

Y así fue como Romina entendió que hay sabores más placenteros que otros. Si su lengua solo conocía el amargo, ¿cómo iba a saber que le gustaría tanto el dulce?

Pocos años después Romina se topó casualmente con su viejo amor. Estaba tendido sobre una banqueta de la Plaza Mayor. Tenía canas y no se le veía bien en general. Parecía tener frío y ella sintió lástima. Ya no había más que eso.

Recordó entonces aquella noche en que después de haberla rasguñado y obligado, huyó despavorida por el puerto y fue rescatada por una mujer que pasaba por ahí. Al llevarla a su casa le dio leche con miel y su paladar conoció algo nuevo. Aquella mujer toda, era algo nuevo. Muchos hombres venían a visitarla y la trataban bien. “Madame” le decían, mientras Romina ronroneaba y aprendía sobre el amor.

Después de esos recuerdos, volvió su mirada hacia el pobre gato moribundo y se dio cuenta que ya había olvidado a qué sabe la amargura.

Aquelarre

 

Desde que amaneció

no dejo de pensar en los felinos oscuros

de sus corazones

el martilleo de sus palabras sobre mis hombros

su insistencia

y esa debilidad de espíritu que solo

la da el deseo.

Veo, con sigilo,

sus dedos punzantes desvistiéndose

en un maullido casi hecho llanto...

y aquellos inesperados lechos 
en que se placen

mientras saboreo el fango 
que alimenta sus vicios.

Fuente de imagen: http://www.fondos12.com/data/media/3/big/gato-4982-1920x1200__wallpaper_480x300.jpg

.Lolita, súbete la falda.

Sabemos bien que
bajo tus pestañas largas
descansan pesares
más dulces
que la dignidad.

Veneno.

El hombre está cubierto de sangre,

pero no es la sangre viscosa la que golpea sus arterias,

es algo así como la vergüenza de una lujuria malsana

que busca lo que ya no encuentra en el brazo de una cítara,

en la corona de una reina

o en el pistilo enrojecido de una víbora.

Algo pasa,

y entonces las aguas inician un canto amargo,

una lucha intermedia entre la rutina del hombre 

y la fragancia de un nuevo perfume.

Solo el tiempo dirá

dónde irá su veneno a desembarcar.

El fin

Una película costarricense.



Hay que verla!

Arenal

Si no hay pozos de la verdad
al menos habrá alguna cumbre
para invocarla.

Crisis

Cuando a uno se le estruja algo
es tiempo de inventarse roles
hablar solo
llorar
alguna mirada egoísta
para retorcer el destino.

Después del alguna horas,
volverán a replicar las campanas
con alguna realidad desconocida.